"Si tan sólo pudiera volver el tiempo", pensaba. "Estúpida, eso no es posible, mejor piensa en cómo vas a hacer que te perdone".
—¿Más café? —interrumpía la gentil mesera.
—Sí, gracias —dijo Antonia.
Aquella mujer parecía feliz. Tenía algo en su voz que le sugería a Antonia que la vida debía ser hermosa, fácil de llevar. Todo le parecía un sueño. Se miraba las manos, como si no fueran suyas, como si el golpe que había salido de ellas perteneciera a un demonio en momentos de ira. "Es que no fui yo", se repetía. "Todo fue culpa de ese viejo chismoso, pero me las va a pagar". Pronto llegaba la tercera taza de café y Antonia intentaba controlar sus nervios. Repasaba todo con el mayor lujo de detalles.
SIGUE
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