Verla no es lo mismo que sentirla. Fotografiarla no es lo mismo que recordarla. Verla en pintura no es lo mismo que soñarla. Olerla no es igual a comerla. Dibujarla no es nada parecido a pintarla. Fabricarla no tiene relación alguna con soplarla. Pero definitivamente allí está como centro de atención. ¿Para qué sirve la nube?
Es el dulce del niño, rosa como el azúcar y suave con la lengua, derritiéndose en efímero gusto. Es la musa ártica del poeta, gélida cuando no está de humor para someterse a inspiraciones. Es el conjunto de lágrimas de una gran tragedia. Es el reino épico de los héroes que iban rumbo a los castillos en el aire. Es la almohada de los demonios que treparon por los árboles sólo para refrescarse despúes de haber estado entre tanta flama. Es la borla de algodón que la pastora enamorada arrojó al cielo en vísperas de conseguir amante. Es el trapo húmedo que utilizo para limpiar mi conciencia. Es el vapor de los carruajes que transitan por la bóveda celeste. Es la ilusión desesperada y en metamorfosis de los soñadores que las coleccionan. Es el modelo perfecto de arte de la obra maestra que está siendo realizada en el jardín. Es la toalla húmeda ideal para refrescar a los cisnes durante la migración y el vuelo extenuante. Es el fragmento de un ala majestuosa que se desmorona cuando el poeta maldice. Es el movimiento interminable de la suave caricia. Es el escondite de esas tierras misteriosas que flotan y orbitan. Es el hielo del regocijo. Es llanto ajeno de divinidades que comparten las glorias pasadas. Es la marioneta perfecta que baila con el viento. Es la sombra gigantesca que incita al sueño. Es un cuarzo chispeante que flota por combinación de un elemento ignoto. Es el tejido que evita la transición a la dimensión yuxtapuesta. Es el límite de la respiración humana. Es la alfombra majestuosa que nunca se ensucia. Es el ornato suntuoso que nunca se repite. Es la infinidad colectiva de esas flores que se soplan y al instante envían viajeras semillas a conquistar nuevas tierras. Es el verdugo hermoso del sol, que lo asfixia. Es lo que queda de los cabellos ancianos del mundo antes de la última destrucción parcial. Es composición sublime de agua arrojadiza que juega a la desintegración de los humanos.
Eso es. Pero también...
Es el titán destructor, colmado de impaciencia y portador de odio atmosférico. Es el terrible villano celeste que hunde barcos en altamar. Es oro inalcanzable que se entierra en el horizonte. Es la sombra del caos, el holocausto de la temperatura, el demonio asesino de pieles secas. Es sangre deshecha en el olvido, púrpura y violácea, linfa antiguo y elixir de realidades alternas. Es la pesadumbre sobre la cabeza. Es la perdición en la nada. Es monstruo que devora ciudades enteras. Es criatura insuperable, inasequible, incapturable, invulnerable. Es quejido de almas que vagan en el limbo que no existe. Es la duda del destino de muchos sapiens. Es humedad eterna que trastorna los hábitos. Es pesadilla del niño, negra como las cavernas marinas y terrible al tacto. Es la depresión del tormento personalizado y el conjunto de ánimas libres de la caja de Pandora. Es la intoxicante fragancia de la oscuridad nocturna. Es el resto de una batalla mal librada. Es la gris ausencia y la melancolía de los que miran por la ventana. Es un pantano que flota, espejo terrestre y burbuja anarquista. Es la serpiente que devora las mentes mediocres. Es el fin del mundo que muere otro día y que no es reemplazado. Es el laberinto de las montañas, engañador de exploradores, castigador de cretinos, que confunde a los que vuelan demasiado lejos. Es la advertencia de la muerte que dejó su estela. Es el regalo perfecto para Leuksna cuando no está en su fase gloriosa. Es aliento místico que posee espíritus. Es el cementerio del anillo de oro que se derrite en los hornos imperceptibles de la línea existente entre mar y cielo. Es maldición y hechizo. Es enemigo malévolo del astrónomo. Es energía latente en potencia que convierte en cenizas a un ser vivo. Es pintura derretida que transforma el mundo en lienzo dinámico. Es refugio de ciclones. Es controlador del tiempo. Es torbellino del holocausto inocente de bañar a los habitantes. Es composición de hielo atraído que se dispone a quemar de frío.
Y sirve. Sí que sirve la nube.
Sirve para llorar largamente, honestamente, sin que el mundo se de cuenta de ello. Sirve para derretir personalidades y dejar algunos egos expuestos. Sirve para dormir a un bebé. Sirve para aliviar la mirada de las crueldades. Sirve para comerse en las montañas, elixir extraño que agoniza. Sirve para entretenerte, dama, mientras el romance se desata. Sirve para respirar si eres planta. Sirve para anular encuentros hipócritas. Sirve para viajar al mundo etéreo. Sirve para que te subas y te hundas inmediatamente en la tristeza de las imposibilidades. Sirve para transgredir las leyes de la gravedad. Sirve para envolver un regalo cuando se hacen intercambios en viajes en globo. Sirve para agregar novedades a la nieve comestible. Sirve para hipnotizar y para provocar sueño, para meditar en las profundidades divinas. Sirve como caja que aprisiona delirios, que guarda ideales cautivos. Sirve como destinatario del helio viajero y como escenario interminable en días de extenso vuelo. Sirve como depositario de iras y receptor de saetas que calumnian. Sirve como inspiración del poeta, tejedor de realidades retóricas. Sirve como acuarela para que el sol genere obras de arte que se despedazan en instantes. Sirve para crear el nexo del puente cromático por donde transitan las sinergias de felicidad. Sirve para aparecer sobre la cabeza de un miserable sapiens en un día cualquiera. Sirve para electrocutar a antropomorfos desagradables. Sirve para coleccionarse en el mejor recuerdo del día. Sirve para esculpir los anhelos del joven, para moldear figura sublime si es que eres un dios fragmentario. Sirve para desear caerse al revés y saber que el golpe será suave, cama para soñar. Sirve como bocado visual al despertar por la mañana después de haber estado soñando con nubes...
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