Tren Literario

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No hay peor libro que el no se escribe, al negarle la oportunidad de existir. -Kuvenn

lunes, 8 de marzo de 2021

El sombrero y el cuervo.

 Pocos tienen un problema tan serio como llevar sobre la cabeza a un pájaro que se cree sombrero.

Todo había comenzado con un espantapájaros. Pasó algún cuervo volando (uno negro), que en sus pericias aerodinámicas, había tomado entre sus garras el sombrero del hombre de paja. Otro cuervo (uno gris) observó aquella maniobra y sintió una pena grande. Emprendió vuelo de persecución para atrapar al ladrón. Iba al vuelo, detrás de él, a una distancia prudente, para esperar a que reposara en algún sitio para recuperar el objeto robado. Aquello no pasó.

El cuervo negro llegó a una plaza y arrojó lejos el sombrero de paja, pero inmediatamente sustrajo algún otro que llevaba puesto una sofisticada mujer. Como ráfaga certera se arrojó entonces el cuervo gris al pelo desordenado de la dama, para que no se percatara de que le faltaba algo. Y así, pronto comenzó la vida de sombrero de aquel cuervo heroico.

Cada vez que la dama sentía calor, se quitaba el pájaro con la mano y se abanicaba con él. El cuervo gris hacía su mejor esfuerzo por mantener la rigidez de las plumas y evitar el desengaño. En una sociedad aristocrática aquello de comportarse como un buen sombrero sólo era la primera de una larga lista de reglas. Por supuesto, el cuervo gris tuvo que ir aprendiéndolas, entre sudor y alas húmedas, entre esfuerzo y graznido.

(continúa)...

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