Todos los escritores saben de común acuerdo que está prohibido dormirse durante el desarrollo de un personaje. Supuestamente no ocurre nada: la historia queda justo allí, sin avanzar, se puede retomar al día siguiente. Pero en ese supuesto cabe la posibilidad mediana de que el personaje abandone la historia para siempre. Encuentra, de algún modo u otro, un puente entre el universo de lo escrito y la actividad cerebral onírica del autor.
No se sorprenda si después de dormir durante un buen capítulo, el personaje simplemente no aparece al día siguiente. Es menester cerrar el capítulo o pausar la historia intencionalmente para que los personajes se mantengan fieles a los escenarios que viven.
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