Cada autor tiene siempre un repositorio de ideas en la cabeza. Estas ideas se materializan en posibles transcripciones que luego evolucionan en cuentos o novelas. Es importante no omitir el sueño con frecuencia, pues es en esta etapa en la que la cabeza descarga las ideas de la sapienósfera, una nube conformada por diversidad de pensamientos. Es como si uno arrojara su caña de pescar y tarde o temprano atrapará una idea que bien vale la pena escribir.
También es relevante no confundir la sapienósfera con la nube virtual que ocupa hoy en día un espacio en la vida de cada persona con un ordenador. Baste un ejemplo muy ilustrativo para aclararlo: de la nube se pueden descargar documentos e imágenes, mientras que de la sapienósfera se descargan ideas completas o conceptos que serán traducidos por el artista hacia un medio apreciable. Usted, creador de historias, no se percatará cuando una idea esté siendo descargada en su cabeza. Es un proceso que, la mayoría de las veces, es asintomático, pero que se relaciona con aquella sensación de tener los pelos de punta. Aclaremos: no está usted asustado, ni ningún espíritu está tratando de cruzar por su cuerpo físico. Es tan sólo que una idea de buen tamaño se ha actualizado en su metabolismo. Es conveniente tener una libreta a la mano para traducir la idea en algo prometedor.
Vale la pena citar a Farí Garcí, quien atribuía la facilidad de transmisión de ideas de la sapienósfera al hidrógeno: "Puesto que el hidrógeno es el elemento más abundante en el universo, las moléculas almacenarán las ideas en relación de 1 a 1". Beba usted agua, por ejemplo, y estará obteniendo dos ideas en cada molécula ingerida. No obstante, estas ideas han sido devoradas y no volverán fácilmente al cerebro hasta ser sintetizadas.
Desmintamos entonces aquel supuesto que dice "no tengo idea" y que surge cuando alguien ha lanzado alguna pregunta compleja. Es más atinado decir: "no he descargado la idea adecuada para resolver este enigma". Pues sin temor a dudas, cientos o miles de ideas podrían estarse descargando en todo momento, sin que estemos enterados de ello. Es normal que no entendamos algunas ideas complejas, porque la sapienósfera no siempre distingue los conceptos de lenguaje o idioma. Si usted no sabe alemán podría ser que una idea difusa le parezca irrealizable, por lo que se sugiere aprenda algunos conceptos básicos de esa lengua desconocida.
Algunos místicos aseguran haber sido capaces de interpretar ideas tan complejas como si hubieran sido diseñadas por Dios mismo. Sí, no es descabellado pensar que la sapienósfera contiene también algoritmos divinos, pero que no siempre llegarán con la mejor traducción a paradigmas humanos.
Si usted se percata de estar descargando una idea, haga caso a sus sensaciones físicas. Anótela, desarróllela y expóngala en la forma que mejor le parezca, tradúzcala para que el mundo se entere de ella. Y si durante alguna penumbrosa charla sobre espantos alguien le pregunta si está asustado, negará rotundamente. Si percibe que los pelos están de punta, extraiga su libreta y póngase a escribir.
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